La focaccia es uno de esos tesoros culinarios que demuestra que no se necesita mucho para lograr algo extraordinario. Este pan italiano, de textura aireada por dentro y ligeramente crujiente por fuera, se ha ganado su lugar en las mesas del mundo gracias a su sabor, versatilidad y tradición.
Originaria de la región de Liguria, en el norte de Italia, la focaccia tiene orígenes que se remontan incluso a tiempos romanos. Su nombre proviene del latín “focus”, que significa “hogar” o “fuego”, haciendo referencia a que tradicionalmente se cocinaba sobre piedras calientes o directamente en las brasas.
Aunque se considera un tipo de pan, la focaccia va mucho más allá: es un símbolo de la cocina casera italiana, una receta que ha pasado de generación en generación y que ha sido adoptada y adaptada en distintas culturas.
La receta básica de focaccia lleva ingredientes simples: harina, agua, levadura, aceite de oliva, sal y a veces un toque de azúcar o miel. Pero su magia está en los detalles: el uso generoso de aceite de oliva virgen extra, los hoyuelos característicos en la masa y la sal gruesa espolvoreada al final.
Al hornearse, se forma una corteza dorada y sabrosa, mientras que el interior permanece suave y ligeramente esponjoso. Se puede disfrutar sola, como aperitivo, o acompañar con quesos, embutidos, ensaladas o sopas.
Una de las grandes virtudes de la focaccia es su adaptabilidad. Aunque la versión más tradicional lleva solo romero y sal, existen muchas variantes: con tomates cherry, cebolla caramelizada, aceitunas, queso, ajo o incluso uvas y azúcar para una versión dulce.
En los últimos años ha surgido la tendencia de la "focaccia artística", en la que se decoran con vegetales y hierbas formando verdaderas obras de arte comestibles.
Preparar focaccia en casa es también una experiencia sensorial: amasar la masa, presionar con los dedos para formar los hoyuelos, oler cómo se hornea y, finalmente, romper un trozo tibio recién salido del horno. Es un ritual reconfortante, perfecto para compartir en familia o disfrutar en soledad con una copa de vino.
La focaccia es la prueba de que en la sencillez puede encontrarse el verdadero placer. Ya sea como entrada, acompañamiento o protagonista de una comida, este pan italiano ofrece una experiencia deliciosa y cercana. Si aún no la has probado o preparado en casa, este puede ser el momento perfecto para dejarte conquistar por su aroma, su textura y su irresistible sabor.